Por Horacio García (*)
La aplicación de políticas públicas concretas y efectivas bajo un concepto humanitario en torno a los migrantes debe formar parte de la iniciativa global esencial para avanzar en este fenómeno mundial. Sin dudas, requiere de un serio compromiso por parte de los estados para entender y atender la situación de los 244 millones de migrantes del mundo, 41% más que en 2000, que fue cuando la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó en plenaria, por Resolución 55/93, proclamar el 18 de diciembre como el Día Internacional del Migrante.
Efectivamente, como refirió recientemente el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, «las migraciones han estado siempre presentes en el devenir de la humanidad y es difícil imaginar que no tiendan a aumentar en los tiempos venideros, ya que la movilidad de personas es una realidad, y una regulación adecuada de los flujos migratorios es una preocupación actual de la comunidad internacional y de nuestro país».
La Argentina implementa una política migratoria de brazos abiertos, que mantiene en alto su histórica tradición de recibir a miles de migrantes todos los años, entendiendo que la migración enriquece a la sociedad con su aporte cultural e impulsa el comercio, el turismo y el desarrollo económico. Por eso, nuestro país es el que recibe el mayor número de migrantes de Latinoamérica, contando en la actualidad con un alto número de migrantes regionales residiendo en el territorio.Además, cumple en forma integral los mandatos de la Ley y busca aplicar los mecanismos necesarios de seguridad de la población que impidan el ingreso al país y/o la radicación y/o la permanencia de extranjeros incursos en delitos como terrorismo, tráfico de personas, armas, estupefacientes u órganos, lavado de dinero o inversiones en actividades ilícitas, corrupción, entre otros.
A nivel global, uno de los desafíos es alcanzar equilibrios entre las causas reales que dan origen a las migraciones y las posibilidades de acogida en condiciones dignas en los países de destino. A ello se deberían sumar los esfuerzos en materia de cooperación internacional al desarrollo, a fin de colaborar en el crecimiento de países con menor desarrollo y fortalecer el derecho de las personas a permanecer en su territorio, de manera que la migración sea vista como una posibilidad o una elección y no como una necesidad o una imposición que fuerce a las personas a tener que salir de sus países. Al respecto, en el ámbito de las Naciones Unidas se ha iniciado un proceso para discutir un «Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular» para el año próximo.
En este mundo cada vez más interconectado es insoslayable fortalecer la solidaridad internacional, y tener presente otras cuestiones vinculadas a razones humanitarias para ayudar a personas que escapan de situaciones complejas, crisis, hambre o violencia. El Programa Siria que implementó la Argentina es un ejemplo de ello y en estos días fue destacado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en razón de los resultados de este año con la llegada de sirios a Buenos Aires, Córdoba, San Luis, La Rioja, Mendoza y Santiago del Estero, tal como había prometido el presidente Mauricio Macri.
(*) Director Nacional de Migraciones, organismo dependiente del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda.