Por Amalia Baggini

Juventud acumulada. ¿El regreso del ave Fénix? Renacer de las cenizas

Los adultos mayores del siglo XXI están cambiando el paradigma de la ancianidad. Lejos de sentarse a tejer escarpines o jugar a las cartas, hoy realizan un sinnúmero de cursos, viajes, paseos, actividades sociales, culturales y deportivas. Sin mencionar a los que se animan a formar una nueva pareja o vuelven a casarse.
Atrás quedaron las abuelas vestidas de «mañanitas» y los abuelos fumando en pipa en un mullido sillón.
Actualmente, los abuelos toman nuevas decisiones: aprenden a sobrellevar los lutos con inteligencia y sabiduría. Dicen «no» a cuidar nietos a tiempo completo. Ya nadie viste batones y pijamas desteñidos. Las canas han dado paso al uso de coloración y peinados a la moda. No más «esmalte rosita», bienvenidas las uñas azules, rojas o verdes. La moda ya los ha incluido entre sus adeptos.
Cuando es necesario, algunos lloran sus lágrimas, pero luego cierran las puertas al dolor y todo «vuelve a recomenzar». Son conscientes del gran valor de la vida y saben por experiencia que no vale la pena desperdiciarla en nimiedades.
Algunos detractores creen que los ancianos «deberían enterrarse en vida», pero ellos hacen caso omiso de estas opiniones y continúan su camino como si nada hubiese ocurrido.
Una gran parte de estos adelantos se debe a los avances científicos en salud, tecnología, sicología, gerontología, etc. Incluso existe una nueva etapa de vida llamada «sexalescencia» que consiste en un recomenzar a vivir (cuando todo parecía perdido) pero bajo nuevas pautas, disfrutando cada momento. Hay personas que deciden volver a trabajar y/o llevar a cabo obras de voluntariado.
Los profesionales de la medicina aconsejan que debemos mantenernos siempre activos física y mentalmente. Es muy habitual escuchar en los pasillos, jardines, bares y plazas: «Para mantenerte alejado del alemán /Alzheimer) deberías estudiar algo, movilizar tus neuronas». «¿Viste que Juanita, la de 85 años se puso de novia?» «¿Sabías que Anita tiene un novio 20 años menor?
¡Disfruto mucho ver tanta juventud acumulada, tanta vitalidad y actividad! Es increíble como nuestros «jóvenes mayores» están tan compenetrados con el mundo que los rodea: siguen votando incansablemente, no importa el estado de salud que tengan, siempre están dando una mano a algún hijo, nieto o bisnieto caído en desgracia.
Estoy convencida que deberíamos aprender de «nuestros viejitos lindos», la vida es corta, el tiempo pasa, y a todos nos llegará la vejez…
En definitiva, ser joven es una decisión de vida. ¡Viejos son los trapos!

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